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La incidencia de P. cubensis en los cultivares mexicanos de cucurbitáceas, se considera de gran importancia debido a que éste es uno de los factores que limitan la producción en numerosas especies de dicha familia.

1. Introducción
2. Desarrollo de la enfermedad
3. Síntomas
4. Control del Mildiu

1. INTRODUCCIÓN

El mildiu de las cucurbitáceas se desarrolla tanto en climas templados como tropicales. Es una enfermedad que puede ocasionar importantes pérdidas en cultivares de pepino, melón, calabacín, entre otras cucurbitáceas, independientemente de si son cultivadas al aire libre o protegidas.

El agente causal de esta enfermedad es Pseudoperonospora cubensis, un hongo parásito obligado que requiere de agua libre para la dispersión de sus esporas. El micelio fúngico es hialino y no tabicado y los esporangios de color gris y forma ovoide o elipsoide, pudiéndose apreciar directamente en el envés de las hojas.

2. DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD

Los esporangios del hongo P. cubensis liberan esporas que se desplazan a través del agua mediante la utilización de sus flagelos. Cuando alcanzan la zona a infectar, germinan. La infección se lleva a cabo cuando la temperatura oscila entre 16-22ºC. Una vez infectada la hoja, el desarrollo del hongo se ve favorecido por la alternancia de temperaturas cálidas durante el día (25ºC) y frescas durante la noche (15ºC). Humedades relativas elevadas (80-90%), rocíos nocturnos y nieblas matinales también favorecen su desarrollo. Por el contrario, temperaturas inferiores a 5ºC o superiores a 35ºC detienen el desarrollo del hongo.

Al mismo tiempo, el potencial de esporulación es mayor en lesiones cloróticas que en necróticas, siendo en estas últimas, prácticamente inapreciable.

3. SÍNTOMAS

Esta enfermedad se manifiesta exclusivamente en las hojas de las cucurbitáceas, ya sean jóvenes o senescentes. Inicialmente aparecen manchas de color verde claro en el haz, que paulatinamente se tornan de color amarillento y presentan formas poligonales. Por otro lado, en el envés se forma un fieltro con tonalidades gris-violáceas y aspecto un tanto oleoso en el que se producen las esporas del hongo. Posteriormente, estas manchas se necrosan y se secan desde el centro hacia fuera, adquiriendo la superficie foliar aspecto apergaminado. Sin embargo, los peciolos permanecen verdes, sosteniendo hojas que se han secado completamente, pero que permanecen unidas al tallo.

4. CONTROL DEL MILDIU

4.1. Control cultural

Para el control de esta enfermedad se pueden llevar a cabo una serie de medidas, tanto preventivas como culturales, que evitarán la incidencia del hongo en la medida de lo posible. La realización de estas medidas adquiere mayor importancia en explotaciones con antecedentes de enfermedad. Se recomienda:

– Utilizar semillas y material vegetal sano.
– No asociar cultivos en la misma parcela.
– Retirar y destruir los tejidos vegetales enfermos, así como los restos de poda. No abandonar el los cultivos a final de ciclo.
– Usar variedades resistentes, o en su defecto tolerantes.
– Ampliar el marco de plantación lo máximo posible, llegando a una solución de compromiso (rentabilidad vs ventilación).
– Reducir la humedad ambiental. Utilización de la dotación y frecuencia de riego adecuada junto con la correspondiente ventilación en caso de ser cultivo bajo abrigo.
– Evitar la presencia de agua libre sobre el cultivo. Por tanto, el riego por aspersión no es el más conveniente para evitar la aparición de esta enfermedad.
– Evitar el exceso de abonado nitrogenado para que la cantidad de follaje en la planta no sea excesiva.

4.2. Control químico

Debe iniciarse el control químico una vez se observe presencia de enfermedad en los tejidos vegetales. Será de mayor importancia aún si las condiciones ambientales son favorables para la infección.

La aplicación de fungicidas debe llevarse a cabo cubriendo generosamente el envés de las hojas (inclusive las de la parte inferior o basal de la planta) y tallos. Se aconseja la utilización de mojantes para que la eficacia de la pulverización sea mayor y la selección de la dosis óptima para evitar la aparición de resistencias.

Además, hay que tener en cuenta también, que las materias activas utilizadas para el control del mildiu suelen tener una elevada residualidad, generando por tanto un impacto ambiental. En definitiva, se deberá hacer el menor uso de éstas, por lo que el adecuado uso de las medidas preventivas cobra importancia.

Fuente: Redacción Infoagro.
Publicación en III ed. Revista Infoagro

 

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